a través del cristal de la experiencia;
El mundo es un mercado en que se compran
honores, voluntades y conciencia.
¿Amigos? ¡Es mentira, no hay amigos!
La amistad verdadera es ilusión,
ella cambia, se aleja y desaparece
con los giros que da la situación.
Amigos complacientes sólo tienen
los que disfrutan de venturas y calma,
pero aquellos que abate el infortunio
sólo tienen tristeza en el alma.
Si estamos bien, nos tratan con cariño,
nos buscan, nos invitan, nos adulan;
más si acaso caemos, francamente,
sólo por cumplimiento nos saludan.
En este laberinto de la vida,
donde tanto domina la maldad,
todo tiene su precio estipulado:
amores, parentescos y amistad.
El que nada atesora, nada vale,
en toda reunión pasa por necio,
y por más noble que sus hechos sean,
lo que alcanza es la burla y el desprecio.
Lo que brilla nomás tiene cabida
y aunque brille por oro lo que es cobre,
lo que no perdonamos en la vida
es el atroz delito de ser pobre.
La corrupción, el vicio y hasta el crimen
puede tener su puesto señalado;
las llagas del defecto no se miran
si las cubre un diamante bien cortado.
La sociedad que adora su deshonra
persigue con gran saña al criminal,
más si el puñal del asesino es de oro,
enmudece el juez y besa el puñal!
Nada humano es perfecto y nada afable,
todo está con lo impuro entremezclado,
el mismo corazón, con ser tan noble,
¡cuántas veces se muestra enmascarado!
Que existe la virtud, yo no lo niego,
pero siempre en conjunto defectuoso:
hay rasgos de virtud en el malvado,
hay rasgos de maldad en el virtuoso.
Cuando veo a mi paso tanta infamia
y que mancha a mi planta tanto lodo,
ganas me da de maldecir la vida,
ganas me da de maldecir de todo.
A nadie habrá de herir lo que aquí digo,
porque ceñido a la verdad estoy:
me dieron a libar hiel y veneno,
hiel y veneno en recompensa doy.
Pero si tengo las palabras toscas
de estas líneas oscuras y sin nombre,
doblando las rodillas en el polvo
pido perdón a Dios, pero no al Hombre!
Biografía Ramón Ortega
(Comayagua, 1885 - Tegucigalpa, 1932) Poeta hondureño, uno de los principales representantes del modernismo en su país. Realizó estudios en Honduras y Guatemala. De regreso a su tierra se desempeñó como funcionario en la Administración del presidente Francisco Bertrand. Para algunos de sus críticos, Ortega como poeta ahogó el tono grandilocuente de sus predecesores e inició en Honduras el "predomino del raso y el marfil"; se le acusa de ser, en ciertos casos, un romántico arcaico, pero otros críticos lo ponen en duda.
Su obra no es muy abundante, pero su exquisita factura suple ventajosamente la cantidad, pues la época de su producción fue realmente muy corta: en una edad muy temprana lo acometió cierto desequilibrio mental, sumiéndolo en una prematura esterilidad creativa.
No obstante, se le valora que haya escrito los versos de más refinada expresión estética en Honduras; toda su poesía exhala una fragancia de romanticismo y aún en la modernidad de sus poemas galantes trata de imprimir el sello de un ancestro lejano. Entre sus obras destacan El amor errante (1930) y Flores de Peregrinación (1940), recopilada póstumamente.