Tuesday, June 21, 2011

El Tren

Cuantas horas dedicaste madre para que aprendiera a leer, repetías una y otra vez ma- ma, pa- pa, la- la, y aun recuerdo la primera vez que leí completo El Tren... Gracias madre por mostrarme el camino hacia el tesoro más grande:  "mis amigos los libros y  el amor a la lectura"...







LAS ESTRELLITAS

                                                          Las estrellitas

Corre, niño corre,
pajarito vuela
que las estrellitas
ya están en la escuela…

La maestra luna
dicta la lección
y las estrellitas prestan atención
 una nube negra
es el pizarrón…

Un trozo de viento
es el borrador,
borra la que siempre
se porta mejor…

Una estrella chica
se pinto de tiza
y todas las otras
se mueren de risa…

¡Ja, ja, ja!
¡Ja, ja, ja!


Rayito de sol
toca la campana
y ellas se despiden
de el “Hasta mañana”.

Monday, June 20, 2011

La Escuela


La escuela
Viernes, 28
Sí, querido Enrique, el estudio te resulta pesado, como dice tu madre; no te veo ir a la escuela con la resolución y la cara sonriente que yo quisiera. Aún te haces algo el remolón. Pero mira, piensa un poco en lo vana y despreciable que sería tu jornada si no fueses a la escuela. Al cabo de una semana pedirías de rodillas volver a ella, harto de aburrimiento, avergonzado, cansado de tus juguetes y de no hacer nada provechoso.
Ahora, Enrique, todos estudian. Piensa en los obreros, que van por la noche a clase, después de haber trabajado todo el día; en las mujeres, en las muchachas del pueblo, que acuden a la escuela los domingos, tras una semana de fatigas; en los soldados, que echan mano de libros y cuadernos cuando regresan, rendidos, de sus ejercicios y de las maniobras; piensa en los niños mudos y ciegos que, sin embargo, también estudian; y hasta en los presos, que asimismo aprenden a leer y escribir.
Cuando salgas por las mañanas de tu casa, piensa que en tu misma ciudad y en ese preciso momento van como tú otros treinta mil chicos a encerrarse por espacio de tres horas en una habitación para aprender y ser un día hombres de provecho.
Pero ¡qué más! Piensa en los innumerables niños que a todas horas acuden a la es-cuela en todos los países; contémplalos con la imaginación yendo por las tranquilas y solitarias callejuelas aldeanas, por las concurridas calles de la ciudad, por la orilla de los mares y de los lagos, tanto bajo un sol ardiente como entre nieblas, embarcados en los países surcados por canales, a caballo por las extensas planicies, en trineos sobre la nieve, por valles y colinas, a través de bosques y de torrentes, subiendo y bajando sendas solitarias montañeras, solos, o por parejas, o en grupos, o en largas filas, todos con los libros bajo el brazo, vestidos de mil diferentes maneras, hablando en miles de lenguas. Desde las últimas escuelas de Rusia, casi perdidas entre hielos, hasta las de Arabia, a la sombra de palmeras, millones de criaturas van a aprender, en cien diversas formas, las mismas cosas; imagínate ese tan vasto hormiguero de chicos de los más diversos pueblos, ese inmenso movimiento del que formas parte, y piensa que si se detuviese, la humanidad volvería a sumirse en la barbarie. Ese movimiento es progreso, esperanza y gloria del mundo.
Valor, pues, pequeño soldado de semejante y colosal ejército. Tus armas son los libros; tu compañía, la clase; toda la tierra, tu campo de batalla; tu victoria, nuestra victoria, significará el establecimiento de una paz verdadera, la comprensión entre todos los hombres, la civilización humana. ¡No seas, hijo mío, un soldado cobarde!
TU PADRE

La Liebre y la Tortuga

 La Liebre y la Tortuga
Fabulas de Esopo

Cierto día una liebre se burlaba de las cortas patas y la lentitud al caminar de una tortuga. Pero ésta, riéndose, le replicó: «Puede que seas veloz como el viento, pero en una competencia yo te ganaría». La liebre, totalmente segura de que aquello era imposible, aceptó el reto, y propusieron a la zorra que señalara el camino y la meta. Llegado el día de la carrera, emprendieron ambas la marcha al mismo tiempo. La tortuga en ningún momento dejó de caminar y, a su paso lento pero constante, avanzaba tranquila hacia la meta. En cambio, la liebre, que a ratos se echaba a descansar en el camino, se quedó dormida. Cuando despertó, y moviéndose lo más veloz que pudo, vio como la tortuga había llegado tranquilamente al final y obtenido la victoria. Con constancia y paciencia, aunque a veces parezcamos lentos, obtendremos siempre el éxito

EL NIDO



 El Nido
de Alfredo Espino


Es porque un pajarito de la montaña ha hecho,
en el hueco de un árbol, su nido matinal,
que el árbol amanece con música en el pecho,
como que si tuviera corazón musical.

Si el dulce pajarito por entre el hueco asoma,
para beber rocío, para beber aroma,
el árbol de la sierra me da la sensación
de que se le ha salido, cantando, el corazón.

VERGUENZA

Vergüenza
Gabriela Mistral (Chilena)

Si tú me miras, yo me vuelvo hermosa
como la hierba a que bajó el roció
y desconocerán mi faz gloriosa
las altas canas cuando baje al rio.

Tengo vergüenza de mi boca triste,
de mi voz rota y mis rodillas rudas;
ahora que miraste y que viniste,
me encontré pobre y me palpe desnuda.

Ninguna piedra en el camino hallaste
mas desnuda de luz en la alborada,
que esta mujer a la que levantaste,
porque oíste su canto, la mirada.
 
Yo callare para que no conozcan
mi dicha los que pasan por el llano
en el fulgor que da mi frente tosca
y en la tremolación que hay en mi mano…

Es noche y baja a la hierba el roció:
mírame largo y habla con ternura,
!que ya mañana al descender al rio
la que besaste llevara hermosura! 

Sunday, June 19, 2011

ASCENCION



Ascensión




Alfredo Espino







¡Dos alas!... ¿Quién tuviera dos alas para el vuelo?
Esta tarde, en la cumbre, casi las he tenido.
Desde aquí veo el mar, tan azul, tan dormido,
que si no fuera un mar, ¡Bien sería otro cielo!...

Cumbres, divinas cumbres, excelsos miradores...
¡Que pequeños los hombres! No llegan los rumores
de allá abajo, del cieno; ni el grito horripilante
con que aúlla el deseo, ni el clamor desbordante
de las malas pasiones... Lo rastrero no sube:
ésta cumbre es el reino del pájaro y la nube...

Aquí he visto una cosa muy dulce y extraña,
como es la de haber visto llorando una montaña...
el agua brota lenta, y en su remanso brilla la luz;
un ternerito viene, y luego se arrodilla
al borde del estanque, y al doblar la testuz,
por beber agua limpia, bebe agua y bebe luz...

Y luego se oye un ruido por lomas y floresta,
como si una tormenta rodara por la cuesta:
animales que vienen con una fiebre extraña
a beberse las lágrimas que llora la montaña.

Va llegando la noche. Ya no se mira el mar.
Y que asco y que tristeza comenzar a bajar...

(¡Quién tuviera dos alas, dos alas para un vuelo!
Esta tarde, en la cumbre, casi las he tenido,
con el loco deseo de haberlas extendido
¡Sobre aquél mar dormido que parecía un cielo!)

Un río entre verdores se pierde a mis espaldas,
como un hilo de plata que enhebrara esmeraldas